miércoles, 15 de septiembre de 2010

LOS CAMPOS PUEDEN GENERAR SU ENERGÍA

Un solo bombillo no es suficiente para aclarar el rostro de las grandes ciudades.

Pero en los campos, entre las lomas, su luz puede descubrir los caminos que oculta la noche, alumbrar la mesa donde se comparte la cena o permitir la lectura del inquieto estudiante.

Por estas y muchas otras razones, la instalación de pequeños generadores hidroeléctricos en las comunidades más apartadas de los núcleos urbanos, donde las redes del sistema energético nacional no llegan, se convierte en una obra transformadora, que cambia el lavado a mano por la lavadora, la ropa arrugada por la planchada, los juegos de baraja y dominó por televisión e Internet y el agua de tinaja por las frías bondades de una nevera.

“Por lo regular se instalan como proyectos comunitarios, con capacidad para cinco, diez o quince kilos.

En algunas ocasiones todo el proceso tiene que hacerse con un helicóptero, porque la falta de caminos no permite otro tipo de vehículo”,

La generación hidroeléctrica de baja escala hasta el momento ha corrido por cuenta de diferentes organismos de cooperación y de la Unidad de Electrificación Rural y Suburbana (UERS).

“Estos proyectos crean un sentido de responsabilidad, porque cada miembro está en el deber de cuidar los recursos naturales que permiten la creación de la energía”, considera Alberto Sánchez, coordinador nacional del Programa de Pequeños Subsidios del PNUD.